Diseñadora de interiores de formación, pero artista por convicción, Agterberg ha encontrado en las instalaciones inmersivas el espacio donde su identidad, su historia y sus emociones cobran vida.
Desde su infancia, Solange siempre tuvo una sensibilidad especial por la composición de los espacios. Sin embargo, el punto de inflexión en su desarrollo artístico llegó con la maternidad. Lejos de ser una interrupción en su carrera, la llegada de sus hijos fue la chispa que la llevó a transformar su vocación por el diseño en una búsqueda profundamente personal a través del arte.

“La maternidad me permitió profundizar aún más en mi profesión. Mis hijos crecieron rodeados de arte, entre instalaciones y proyectos. Hoy en día, todos estamos inmersos en esto”
La artista desafío la idea de que el arte debe ser perpetuo. En su trabajo, lo efímero y lo performático tienen un papel central. Sus instalaciones no buscan quedarse estáticas en el tiempo; su valor reside en la experiencia, en la vivencia del espectador. “Estar ahí, en el acto, es lo único que realmente nos queda”, explica la artista.
A pesar de que sus instalaciones están diseñadas para ser experimentadas por el público, Solange admite que existe una contradicción inherente en la vida del artista: la necesidad de mostrar el trabajo, pero también el deseo de preservar su intimidad.
“Me cuesta abrirme al público como Solange artista; prefiero que mi trabajo hable por sí mismo”
Esa dualidad se refleja en su proceso creativo, donde la exploración emocional es la clave. Su última instalación, inspirada en Franz Kafka, no busca contar la historia del escritor, sino sumergir al espectador en la visión del protagonista, hacerlo parte de su mundo. Para Agterberg, la materialidad del arte debe estar conectada con lo humano, con lo visceral.
“El tiempo que intento dedicarme a mí misma siempre termina depositado en el arte”
Esta entrega absoluta a su trabajo es lo que la convierte en una artista inmersiva en el sentido más profundo: no solo crea experiencias para los demás, sino que ella misma se sumerge por completo en cada una de sus obras.
Más allá de la estética y la técnica, el arte de Agterberg es una declaración de principios sobre la fugacidad de la vida, el poder de la emoción y la necesidad de vivir el arte en el presente. En cada instalación, desafía la idea de permanencia y nos recuerda que la verdadera experiencia artística no está en la durabilidad de una obra, sino en el impacto que genera en quienes la viven.
at Federico Velenski
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